La primera convivencia en Jerez nunca se olvida. Para Miranda Buil, de Colegio Padre Damián de Barcelona ha sido una experiencia nueva y, como podréis comprobar por su testimonio, muy intensa.
Llegué a esta convivencia, Puente-Muro, sin saber nada de lo que íbamos a hacer o a aprender, simplemente traje a mis dos compañeras y la mente bien abierta. La verdad es que no le di la más mínima importancia al nombre de la convivencia pero el primer día ya nos dejaron claro su importancia y la necesidad de ir progresivamente comprendiendo el significado del mismo.
Cada mañana, después de un despertar muy animado, música a tope, desayunábamos y ya estábamos listos para enfrentar el día. Un momento clave fue el segundo día, cuando vimos el vídeo que da nombre a la convivencia. El nombre hace referencia a las barreras y a las relaciones que establecemos con nuestro entorno. Representadas con puentes y muros. Las piedras con las que construimos estas estructuras forman parte de nosotros, de nuestros miedos y experiencias. Y nosotros decidimos cómo usar cada ladrillo. Nuestros hogares somos nosotros, los cuales estamos construidos por esas piedras desde un principio. Los días de convivencia fueron una gran ayuda para darte cuenta de cuándo y dónde debemos poner nuestros tus puentes (o muros), dependiendo de la situación y así poder decidir si realmente quieres que las cosas sean así.
Uno de los objetivos principales de estos días, también sea dicho, es el autoconocimiento. Usando la metáfora de “El Principito”, y comparando con situaciones reales, te dabas cuenta en cuál de los planetas (violencia, evasión…etc.) pasas más o menos tiempo, te ves a ti mismo de una forma nueva y así puedes ver qué tienes que cambiar o mantener y la importancia de cada cosa en tu vida. En conexión con esto, también resulta bonita la experiencia del perdón. A veces no nos damos cuenta de los errores que cometemos pero están ahí, es bueno invertir un ratito de tu tiempo para reflexionar sobre el día, de esta manera somos más conscientes; una vez que nos hemos dado cuenta de lo que hemos hecho podemos cambiar y mejorar como persona. En una de las noches nos confesamos. Yo personalmente sentí como si el peso de la mochila llena piedras, que llevaba encima, desapareciera por completo. Como si Dios me dijera: “Yo te lo perdono todo, ahora debes mejorar sacando la mejor versión de ti mismo”. Una frase que estuvo retumbando en mi mente fue: “Dios nos ama tal y como somos pero nos sueña mejores”, nos quiere incondicionalmente pero quiere que sigamos mejorando para crear el mundo que él soñó, donde reine la paz y el amor y todos seamos hermanos y nos amemos los unos a los otros.
El último punto que destacaría se trata de la autosuperación. Es el siguiente paso tras la confesión. En mi opinión es el proyecto más difícil, puesto que realizar una verdadera búsqueda es algo complejo, puesto que requiere mucho esfuerzo y voluntad. Este es también un proyecto muy personal, como dice el título. Tú y solo tú sabes o eres capaz de descubrir esa parte de ti que está por mejorar. Nadie más que tú puede saber hasta dónde eres capaz de llegar.
Me gustaría terminar teniendo un recuerdo especial por las personas que te encuentras una allí. Son personas que irradian amor y que siempre están dispuestas a ayudar. En los grupos de oración conoces a la gente de una forma distinta porque se abren a ti, confían en ti y sientes que también puedes confiar en ellas. Durante la convivencia hubo llantos, y yo soy testigo de que todos y cada uno de los que lloraron tuvieron al menos tres hombros sobre los que apoyarse. Eso no lo ves en todas partes y es algo con lo que te sientes bien.
Miranda Buil, Colegio Padre Damián de Barcelona